Altea Cantarero "Ogro"Altea Cantarero "Ogro"

Altea, ¿cuándo y cómo descubriste tu pasión por la escritura? ¿Qué te motivó a convertirte en escritora?

Que yo recuerde, escribir, siempre he escrito, como responde la Momo de Ende cuando le preguntan cuándo nació: por lo que recuerdo, siempre he existido. Y me refiero a escribir en serio, en mayúsculas, no escribir un trabajo o la lista de la compra… Escribir cuentos, poemas, relatos, cartas, diarios… Escribir el mundo por fuera y por dentro, una alquimia.

Escribo desde siempre, desde que tengo memoria, suelo decir. No me recuerdo sin escribir, en realidad, aunque seguramente esto sea una memoria impostada: solo recordamos lo que ya podemos entender y definir con palabras, con un lenguaje verbal.

Otra cosa distinta es qué me motivó a convertirme a convertirme en escritora, eso son palabras mayores. Esa especie de tenebrosa ilusión-profecía-esperanza siempre habitó, turbia, poderosa, en mi conciencia más íntima. Un buen día, cercana yo ya entonces a la cuarentena, se empezó a definir del todo. Vi que iba cumplir cuarenta y que podía claudicar o incendiarme… y cedí al fuego.

¿Por qué decidiste utilizar el pseudónimo de Altea Cantarero para tu primera novela, Ogro? ¿Qué significado tiene ese nombre para ti?

Ese alias es un puerto seguro, un asilo, la playa de un océano. En el maremágnum que supone el mercado literario contemporáneo, la exposición pública, la presencia en redes… tengo un alto sentido del pudor y la intimidad, y no me veía capaz de asumir la posible publicidad de mi nombre real. Escribir bajo pseudónimo (guardando el anonimato, además, ya que un alias literario no tiene por qué implicarlo) es en mi caso, también, la creación de un alter ego literario, de un personaje distinto que también soy yo, pero con el que (con)siento hacer otras cosas. Si la militancia cansa, la doble militancia cansa doblemente [risas], así que tratar de dar lo mejor de mí como la escritora Altea y como la otra persona que soy, siendo una en realidad, es agotador, pero merece la pena.

Por otro lado, “Altea Cantarero” está construido puramente con las raíces y las alas, mixturando parte de mi pasado, lo que he recibido de mis ancestros, y lo que yo misma he creado a lo largo de mi vida. Más no puedo decir, sin descubrirme [risas]…

En un juego de palabras que me encanta, mi alias me sirve para rebelarme sin revelarme… La no revelación es una rebelión.

Has explorado diversos géneros literarios, como la poesía y la no ficción. ¿Qué te llevó a incursionar en la novela negra con Ogro, además en la forma de trilogía?

El género negro siempre me ha atraído de forma predilecta, aunque no fue hasta ya avanzada mi vida (cercana a la cuarentena, como os decía) cuando me empecé a plantear en serio que acaso yo también sería capaz de trazar ese gigantesco puzle-mosaico que supone una obra negra bien construida, además con una atmósfera singular y una voz propia… Eran muchos retos, pero los fui desgranando uno a uno, como hago con otras cosas, y al fin se desenredó la madeja. Un curso a distancia de escritura de género negro fue tal vez el detonante fundamental, sobre todo para leerme en los ojos de otros pares, escritores en ciernes, a quienes gustaban mis letras y pedían más… De pronto ahí el rugido remoto que os decía antes (vas a ser escritora) salió a la superficie y empezó a tomar cuerpo propio. Y hasta hoy.

Finalmente, que Ogro sea la primera entrega de una trilogía lo exigió la misma construcción del argumento, la historia tal y como la imaginé desde el inicio, y cómo se fue metamorfoseando a lo largo de los meses, ya años. La segunda parte, Al amor de la lumbre, ya es un hecho y está en vías de publicación. La tercera parte, ya trazada dentro de mí, esperando su momento, no lejano…

¿Cuál fue tu inspiración para crear la trama y los personajes de Ogro? ¿Hay alguna experiencia personal o histórica que influyera en la historia?

Ambas: experiencia personal (en diferido, a través de alguien muy cercano a mí) e histórica, a través de mi conocimiento por fuentes (orales, escritas) de un tiempo en el que yo todavía no existía, una época ya cumplida, y que a la vez está preñada de misterio y sugerencia para mí… para muchas personas, a la luz del buen recibimiento que los lectores han dado a Ogro, pese a no estar ambientada en el momento presente.

Más en concreto, una mujer muy próxima a mí me narró sus experiencias en un internado femenino en esa España de los años 60, un relato lleno a la par de diversión, de ternura y de dureza. Como pasa tantas veces, la realidad supera a la imaginación, hasta el punto de que, cuando queremos ficcionarla, tenemos que inventarnos otras cosas para que parezca verosímil.

Los personajes están construidos, como mi propio alias, con una dosis de realidad y otra de leyenda, esa mixtura fascinante que nos permite la literatura. Seguramente nadie salvo yo sea capaz de reconocer (y es bueno que así sea) algún rasgo de persona verídica en mis queridos personajes (ya mi familia [risas]), porque están entreverados con la proyección literaria, pero llenos de verdad en todo caso, al parecer de tantos lectores.

¿Cómo describirías el ambiente y la atmósfera de Ogro? ¿Por qué elegiste Cuenca para ubicar tu novela?

Aunque suene un poco a tópico, Cuenca es un personaje más en Ogro. Y es que, ciertamente, las obras que nos atrapan suelen recrear también una atmósfera, un lugar en sentido amplio, que llega a constituir una especie de “cuarta pared” intangible, o más aún, de auténtico oxígeno, crucial en la narración. Cuenca es tan hermosa, tan pétrea, tan llena de posibilidades con sus luces heroicas, sus rocas legendarias, sus ríos de poesía, tan poblada de ecos, leyendas e intromisiones veladas, que no podía desaprovechar la ocasión.

Como se ha dicho, el ambiente en Ogro, cuya trama transcurre en gran medida entre los muros de un internado femenino religioso (cerrado, claustrofóbico), en plena dictadura franquista, transita a caballo entre la tremenda opresión, pesada, densa, casi como un mercurio envenenado por momentos (porque allí es donde aparece el cadáver, donde sucede el Mal), y la ligera alegría, el hambre por la vida de un puñado maravilloso de adolescentes, llenas de pasión, de ardor y lucha, de fiera sororidad incluso, cuando es preciso… porque tendrán que agremiarse ante una situación inédita y aberrante, donde la amenaza sale de aquellos propios muros; de quien pueda ser, acaso, quien esté destinado a protegerlas.

¿Cuál crees que es el atractivo de la novela negra para los lectores? ¿Qué elementos consideras fundamentales para este género?

La novela negra nos ofrece una oportunidad inigualable para disfrutar pasándolo mal, o al revés, sufrir un poquito mientras gozamos como chiquillas un poco traviesas que se asoman, desobedientes, a algo que no deben, algo malo, algo por encima de su comprensión. Nos muestra desgracias y situaciones que odiaríamos en realidad, pero que, leídas, proyectadas, imaginadas, son otra cosa: son esos cuentos truculentos al amor de la lumbre de nuestra infancia, donde los ogros pueden adquirir tantos rostros distintos, o peor aún, ser informes, invisibles: ser solo una admonición, una amenaza del auténtico daño.

Otro elemento deliciosamente incomparable del género negro es la pesquisa, la necesidad de resolver, el intento de adivinar, la secuencia (que ha de estar perfectamente orquestada: “la estructura narrativa es un relojito”, ha dicho de Ogro el escritor argentino Juan von Zeschau) de crimen, huellas, pistas, confusiones, búsqueda… resolución, si esta es posible. Ahí me gusta jugar con la imperfección de la vida, la incompletud… nunca será posible un arreglo perfecto ante un mal perpetrado. Algo de herida queda siempre, algo de secreto, misterios que solo el lector y yo sabremos, que incluso podrán permanecer ocultos a quienes están destinados a desvelarlos (en el caso de Ogro, el inspector Elcano, de la Brigada de Investigación Criminal, y su mano derecha el joven asturiano Ángel Tuñón).

Ogro es sin duda, finalmente, género negro, pero está pensada para atrapar tanto a un público adepto a la novela negra de corte más clásico, como al lector todoterreno, que no busca el género en sí (“No era muy aficionada al género pero me acabo de enganchar”, ha dicho más de una lectora). Tiene mucho de suspense, de noir como tal, pero también tintes costumbristas, románticos, de historia de relaciones… El reconocido escritor Martin McCoy, en su laudatorio artículo sobre la obra, llegó a afirmar que “Ogro se disfraza de novela policíaca […] También se disfraza de novela costumbrista [pero] Ogro es sobre todo y ante todo una oda a la palabra en todos los sentidos”.

En Ogro has explorado la simbología religiosa y la imaginería tradicional. ¿Por qué decidiste incluir estos elementos en la historia?

Así es… Ogro comienza sin concesiones, abrupta, despiadada: la madre Purificación, una joven monja de origen humilde, aparece expuesta en el altar de la capilla con el corazón atravesado por siete puñales que simbolizan los pecados capitales, en una imitación sacrílega de la Virgen Dolorosa, cuya imagen clásica de hecho presenta de esa guisa su pecho de madre. De esos lodos nace Ogro, que sucede en la España de los 60 porque pertenece a esa época, aunque en muchos aspectos su historia sea universal porque su trama, de amor y muerte, sobrevuela toda edad.

¿Y por qué un colegio femenino, un internado religioso a la sazón, donde las chicas solo  podían salir una hora los domingos a pasear en fila y bajo vigilancia –y esto es literal-? Porque donde habita la ortodoxia en un grado tan perfeccionado y riguroso, justamente, es donde el sacrilegio resulta más contundente, más poderoso y aterrador. La Iglesia católica además ofrece tantas oportunidades para fantasear y romper: la propia imaginería, tan potente y visual, tan rica, nos brinda oportunidades para argumentos que no surten con facilidad en otros contextos.

¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Tienes alguna rutina o ritual al momento de sentarte a escribir?

Suelo decir que escribo como y cuando puedo, a ráfagas, entre trabajo, familia y crianza, así que muy exquisita no me puedo poner [risas]. Pese a ello, sí necesito, como persona muy organizada que soy (y cuadriculada, lo reconozco, para algunas cosas) unos ciertos mínimos: algo de silencio a mi alrededor… y, más que una habitación propia, como decía la querida Virginia, un tiempo propio, aunque sea poquito, bien aprovechado, para dejar que las musas hablen y que esa historia que habita en mí, sin que lo sepa todavía, enredada entre los huesos, la carne y el alma, comience a salir como una serpiente que repta afuera de la cueva, hipnotizada, conjurada por voces remotas entre sombras, fuego y sangre.

Altea Cantarero "Ogro"
Altea Cantarero “Ogro”

¿Qué aspectos de la literatura te interesan y te inspiran como escritora? ¿Hay autores o autoras que hayan influido especialmente en tu carrera?

Siempre he sido una lectora voraz. Empecé diciendo que no me recuerdo sin escribir… pues bien: tampoco me recuerdo sin leer. Leer ha sido, es, una obsesión, una terapia, una auténtica adicción. Necesito leer como otros necesitan cualquier otro hábito para estar en paz. Tras darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que, leyendo, consigo acallar mi conciencia que tiende a torturarse, dándole voz a otras voces que no sean la mía; es lo más parecido a meditar de lo que soy capaz [risas]. Y además leer es, para mí, consustancial a escribir. Leo mucho más que escribo, por supuesto, como debe ser.

Y tantas, tantos autores me han inspirado, desde la literatura más culta, por así decir (y aunque siempre me revuelvo contra estos distingos), Dostoievski, Saramago, Yourcenar, Cervantes… hasta la literatura llamada de gran público (o cosas peores [risas]), como Stephen King, Henning Mankell o Camilla Läckberg, tantas plumas me inspiran, me enseñan y, sobre todo, me divierten (que otra cosa más alta no busco… quien te divierta, tendrá tu corazón).

Además de la escritura, has participado en ferias del libro y festivales literarios. ¿Cómo ha sido tu experiencia en estos eventos y qué crees que aportan a los escritores?

Estos encuentros, a los que descubrí que podía asistir con mi alias, son magníficas ocasiones para des-virtualizar, socializar (el conocimiento, la experiencia), ponernos cara y tiempo, más en mi caso por el anonimato. Porque ya dije que una cosa es usar un alias (muchos colegas míos lo hacen) y otra cosa es el anonimato; no siempre necesariamente el alias implica anonimato, aunque a menudo lo haga. En mi caso lo hace.

Estos momentos son lo más parecido a una romería literaria que se me ocurre [risas], donde he disfrutado con los lectores de un modo tangible que jamás esperé tan grato, así como con compañeros escritores de quienes aprendo cada día. Para mí fue además encontrar un mundo insospechado de generosidad y confianza en mi obra, especialmente a través de las invitaciones a las Ferias del Libro de Cuenca en el ámbito de la literatura independiente, que la promotora literaria Marisa Mestre tuvo a bien brindarme desde la misma publicación de Ogro. Gracias, siempre, por tanto y por todo, a tantas personas bellísimas que hacen esto posible, que dan un rostro humano a este mundo de la difusión literaria, que puede llegar a sentirse a menudo como una auténtica jungla [risas].

¿Qué proyectos literarios tienes en mente para el futuro? ¿Hay algún género o temática que te gustaría explorar en tus próximas obras?

Ogro es la primera entrega de una trilogía cuya segunda parte ya está finalizada y en estos momentos en vías de publicación. Esta nueva entrega, Al amor de la lumbre, transcurre igualmente en Cuenca, en la misma época y contexto, con los personajes que conocemos como protagonistas, pero a la vez mantiene una unidad propia, es auto-conclusiva, como Ogro en sí mismo. Pese a tratarse de una especie de continuación, así, cuenta un nuevo cuento de viejas; este, si cabe, aún más negro y sangriento, en el que un asesinato inconcebible, tanto que casi parece una obra de arte, es hallado nada menos que en una torca, una dolina milenaria: el onírico paisaje de las Torcas de los Palancares y Tierra Muerta de la Serranía de Cuenca.

La tercera parte, que concluiría la Trilogía del Ogro: Cuentos de Viejas, está en ciernes y, si los vientos son favorables, comenzaré su escritura después del verano. Incluso hay un nuevo proyecto de novela, totalmente independiente de la trilogía, que transcurrirá, musas mediantes, entre una isla mediterránea y otra nórdica, siempre dentro del género negro con los tintes históricos, costumbristas y hasta un poco románticos que hay en mi primera obra.

Acceso directo a Ogro: https://www.amazon.es/OGRO-Trilog%C3%ADa-Ogro-Cuentos-Viejas/dp/B09BGHX6RV

Perfil de la autora en Amazon: https://www.amazon.es/Altea-Cantarero/e/B095CTLYYS/ref=aufs_dp_fta_dsk

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