¿Qué lo llevó a escribir novelas de ficción y poesía después de su carrera en consultoría informática y tecnológica?
La necesidad vital de sentirme activo. Yo era una persona acostumbrada a trabajar una media de sesenta horas semanales, a la que de un día para otro le dicen que por su edad y años de permanencia en la empresa, no se la considera útil porque no da el perfil que se busca en una compañía tecnológica. Afortunadamente, mi situación personal no tenía la presión económica de tener que buscar una reubicación laboral. Por eso, en lugar de sumirme en infinitos porqués, me planteé para qué me podría venir bien mi nueva situación. Recuperé una ilusión de niño que era convertirme en escritor y me dije: ¿por qué no intentarlo? Y ahí empezó mi actividad como escritor hace cinco años.
¿Qué lo inspira a escribir sus historias y poemas? ¿Hay alguna fuente de inspiración particular?
Si hablamos de novelas de ficción, ¿qué mayor fuente de inspiración puede haber que la propia vida que vivimos, vemos, nos cuentan o nos imaginamos? Uno deambula por la calle, el metro, la televisión, los periódicos, las charlas con amigos, e incluso en sueños, con sus antenas creativas siempre activas y, de repente, capta algo que piensa que puede ser interesante para novelar y ahí empieza a darle vueltas y más vueltas. Primero es solo una idea, luego se le pone un boceto de título y comienza a convertirse en un borrador con un argumento y una trama. Al final, acaba en un proyecto de novela con un posible esquema de capítulos. A partir de ahí, escribir, leer, releer, modificar, volver a empezar hasta que te sientes a gusto con lo que has escrito y releído. Es como las capas de una cebolla.
Para la poesía, es diferente; es algo más visceral que debe salir muy de dentro y que hay que dejar que te posea por unos instantes y sin ponerle barreras.
¿Cómo describiría el estilo de sus novelas? ¿Qué elementos cree que las hacen únicas?
Como digo con frecuencia, me gusta escribir para lectores atrevidos y sin complejos que se dejen enganchar por las historias que cuento y a los que no les dé miedo tener criterio propio sobre lo que ocurre en el mundo actual. Y siempre en un lenguaje accesible y bien narrado, sin dejar cabos sueltos y, sobre todo, que sean creíbles, incluso si tratan temas futuristas o de ciencia ficción.
Para mí, una novela debe entretener, mantener el interés desde la primera página hasta el final y, por encima de todo, hacer pensar y dejar un mensaje. Respeto que pueda haber otro tipo de novelas, pero las que yo haga deben responder a esos parámetros que he dicho.
Otra característica de mis novelas es el perfilado de los personajes. Hay quien, incluso, me acusa de ser un psicólogo frustrado. Soy obsesivo con mantener la coherencia durante toda la narración y si hay un arco de transformación debe ser creíble y estar alineado con el desarrollo de la novela.
¿Cuál es su proceso creativo para escribir una novela? ¿Tiene algún ritual o método en particular?
Ya lo he comentado un poco en alguna de las anteriores respuestas. Mi proceso creativo se basa en la escucha activa de mi día a día, sin barreras que lo coarten. Ante un hecho o evento que llame mi atención, me planteo peguntas como: ¿qué pasaría si…? ¿podría ocurrir que…? ¿por qué no…? Podría resumirse en pensar, dudar, imaginar, cuestionar paradigmas, huir de lo preconcebido, analizar desde diferentes puntos de vista, etc.
¿Cómo selecciona los temas y personajes de sus novelas? ¿Hay algún tipo de investigación detrás de ellos?
Como he dicho antes no los selecciono, se me presentan al hilo de algo que veo, leo, escucho o pienso y diría que a veces también sueño. Podría decirse que vienen a mí, les abro la puerta de mi mente e imaginación y les dejo que tengan vida propia.
Por supuesto, siempre hay que documentarse, pero a posteriori de la idea y no al revés. Como ya he dicho, me obsesiona ser creíble y me asusta que un lector me pueda pillar una inconsistencia, algo mal razonado o un dato mal dado.
¿Cuál de sus novelas es su favorita y por qué?
Esta es como la típica pregunta para un padre o una madre, ¿a quién quieres más de tus hijos?
Todas son mis favoritas mientras las escribo y luego pierden ese estatus. Siempre trabajo con la premisa de que la mejor está aún por llegar. El día que no piense así, dejaré de divertirme escribiendo y colgaré la pluma. De todas me quedo con algo positivo y de todas trato de sacar alguna lección aprendida para mejorar como escritor.
¿Cómo ha sido la recepción de sus libros por parte del público y la crítica literaria?
Con sinceridad, generalmente buena en el reducido ámbito al que he sido capaz de llegar hasta la fecha. Y ahí está mi satisfacción y frustración al mismo tiempo por ello. Seguramente si ampliara mi universo de lectores, también aumentaría el número de críticas no tan buenas.
¿Cuál es su opinión sobre la literatura actual? ¿Cree que hay alguna tendencia o corriente literaria en particular?
Como todo en general, en la literatura actual vivimos tiempos de constante cambio; tanto en continente, el libro y sus diferentes formatos, como en contenido, qué es ser un escritor hoy. Supuestamente, se ha globalizado el ser escritor; es decir, lograr publicar un libro. Antes era algo elitista y muy difícil de conseguir. Ahora con la autopublicación, creemos que todo ha cambiado. Yo, sin embargo, creo que no tanto. Es lo mismo que ocurrió con las carreras populares, existen los escritores que ganan y van a las olimpiadas y campeonatos, y los corredores populares que corren por placer, salud, diversión, etc. Para mí un escritor no es solo alguien que escribe, que es la definición de la RAE, sino alguien al que leen; porque un escritor sin lectores no es nadie. La pregunta del millón es cuantificar el número mínimo de lectores que te darían derecho a poner en tu tarjeta de visita que eres escritor, independientemente de si estás en la élite o no.
También está en cambio el modelo de distribución del libro, el futuro de las librerías, la posible impresión del libro en «tiempo real», los ebook, audibles, «¿visibles?». En resumen, algo apasionante para ser vivido y entendido y, desde luego, nunca para ser temido.
¿Qué le gustaría que los lectores se lleven de sus novelas?
En parte ya lo he dicho antes, un equilibrio entre el recuerdo de buenos momentos al leer y preguntas y reflexiones que les haya provocado mi lectura.
¿Qué diferencias encuentra entre escribir microrrelatos y novelas? ¿Tiene algún favorito?
Para mí, los microrrelatos son un reto para sintetizar, en unas líneas o número de palabras limitado, una historia completa con su nudo, planteamiento y desenlace. A mi forma de escribir le viene mejor la novela, aunque creo que no son incompatibles y cada uno de ellos requiere de su arte y su ciencia. Volvería a usar el atletismo como ejemplo si dijera que una novela es una carrera de fondo y un microrrelato lo es de velocidad.
¿Cómo fue su experiencia al obtener un Máster en Guionista de Cine y Televisión? ¿Ha considerado escribir para la pantalla grande o la televisión?
Fue un nuevo reto a abordar y una ilusión que perseguir. Como dije al principio de la entrevista, cuando por mi nueva situación laboral dispuse de tiempo libre, me dediqué a escribir, pero también me apunté a grupos de teatro y talleres de cine. Y al final surgió la necesidad de combinar ambos mundos. Con la escritura de guiones para cine o televisión me estoy adentrando en un nuevo laberinto lleno de pasiones, ilusiones y frustraciones. Un escritor transmite con sus palabras, pero un guionista debe contactar con el espectador a través de diálogos y acciones que se puedan filmar o representar. El escritor es la «prima donna» en sus novelas, pero en una obra de teatro o en una película de cine, es un miembro más de un equipo y, especialmente en el caso del cine o televisión, un elemento importante, pero secundario.
Sí, tengo ya dos guiones en busca de productor, como digo yo. Los he enfocado como una evolución en mi trayectoria y por ello son guiones adaptados de novelas mías ya escritas. A Nuestra Imagen y Semejanza deriva de mi primera novela Doble Vida en el Laberinto y ¿Quién es tu demonio? nace de su novela homónima, en este caso todavía no publicada.
¿Cuál es su opinión sobre el papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad actual? ¿Cree que pueden tener un impacto positivo o negativo?
Como suele decirse, me alegra esta pregunta. Otra de las facetas que emprendí tras mi jubilación fue la divulgación científica. Hay una charla que cuando me la piden me gusta bastante impartir y que se titula No estamos inmersos en una Transformación Digital, sino en una Revolución Emocional. En ella hablo de las reglas emocionales para afrontar, sin temor y de manera consciente, los cambios tecnológicos a los que nos enfrentamos a diario. Vivimos en una sociedad que a algunos les interesa orientar hacia el catastrofismo y la distopía. Y además se escudan en la maldad o peligro de la tecnología para justificar esos escenarios. Piensan que el que tiene miedo es más manipulable y esclavizable. Yo estoy en las antípodas de esa manera de pensar. La tecnología es neutra, no es buena ni mala en sí misma; nos capacita para hacer las cosas de manera diferente y generalmente mejor. Que esa manera diferente sea buena o mala para el ser humano, depende del uso y, sobre todo, del abuso que, de manera interesada, se haga de esta tecnología a nuestro alcance.
Yo, como Físico, creo en la tecnología y, como ser humano, en nuestro «libre albedrío» para tomar nuestras propias decisiones. No voy a negar que a veces soy pesimista por lo que veo, pero no me resigno a aceptar que vayamos al caos y la destrucción. Está en nosotros el pelear por decidir cuál va a ser nuestro futuro. Todo esto lo he tratado de expresar en un libro de microrrelatos, 2039: Mis Sueños Ficción, en el que me atrevo a «¿soñar?» cómo podría ser el mundo cuando yo tenga ochenta años.
¿Cómo ve el futuro de la literatura en la era digital y las redes sociales?
Resumiendo lo que ya he dicho en otras respuestas, apasionante y digno de ser vivido. Yo trataré de poner mi granito de arena para que sea bueno. Hay una frase de una gran mujer a la que admiro mucho, Marie Curie, que me gusta usar:
«Nada en la vida es para ser temido, es solo para ser comprendido. Ahora es el momento de entender más, de modo que podamos temer menos» Marie Curie (1867 – 1934)
¿Tiene algún consejo para los escritores que están empezando?
Dice el refrán «Consejos vendo que para mí no tengo». Pero para no eludir la respuesta, les diría que sean atrevidos, que no tengan complejos, que disfruten con lo que escriban, que aprendan de cada experiencia buena, mala o regular y, sobre todo, que lean mucho. ¡Ah! Y que se olviden de que vayan a poder vivir de la escritura, pero que no renuncien a ilusionarse con ello. El fin no justifica los medios, pero los medios pueden llevarnos a lograr un fin; aunque no siempre sea el premio gordo y solo obtengamos una pedrea.