En tu obra tratas temas duros como la violencia y la pobreza. ¿Cómo fue el proceso emocional de escribir sobre situaciones tan impactantes y reales?

Sí, es verdad que la violencia y la pobreza son temas duros, tanto de vivirlas como de recordar y exponerlas. Mentiría decir que fue fácil y que fluyó de la manera más natural posible. No, no fue fácil porque con cada experiencia que he vivido junto a mi personaje, solté una que otra lágrima. Pero eso es enfrentarte al elefante de la habitación y buscar las alas de Ícaro. Por más que duelen los recuerdos de las experiencias vividas o presenciadas, y por amargo que sea el sabor que dejan, si no los enfrentas es como negarte el derecho a la felicidad. El mejor psicólogo eres tú mismo. Si tú no consigues dar la cara a tu lado oscuro, nunca saldrás a la luz y no sanarás en el sentido de conseguir la libertad personal.

¿Qué mensaje esperas transmitir a tus lectores con este relato? ¿Hay alguna lección específica que quisieras que se lleven?

El mensaje es sencillo: aprende de lo que la vida te ofrece en tiempo real, y vive en tiempo real, porque el tiempo es uno de los más valiosos regalos que tenemos y que no se tiene que despreciar. No huyas si no es para salvarte ad literam, no te vengas abajo con cada piedra que te atropellas, sigue tu camino y sonríe al sol (y lo harás seguramente cada mañana si duermes por la calle). Ten en cuenta que no se necesita un boom de felicidad para poder seguir, porque la felicidad llega en pequeñas dosis, y esto la hace más valiosa. Cada uno tiene su propio libro del destino. Sea como sea, aprende también de las señales que te manda la suerte, y nunca te rindas… Como lección, diría que cada experiencia personal es importante para uno mismo, y que te tienes que quedar solo con lo que te enseñó, y no con los malos recuerdos.

Tu historia personal y tu visión de los cambios en Rumanía después del comunismo parecen reflejarse en la perspectiva del libro. ¿De qué forma han influido estos contextos en tu forma de ver la vida y en tu literatura?

Doy por cierto que la mejor inspiración es la realidad, fuera la realidad social, la personal, la gente o la naturaleza. Es cierto que el relato de mi libro tuvo como intención reflejar verdades sobre la situación poscomunista, aunque nunca se consiguiera exponer toda la verdad. Asustaría cuántas personas podrían testificar por esos tiempos, con lo difícil que lo han pasado cruzando fronteras sin permiso, intentando llegar al fin del camino nadando, en frío, comiendo hierba u hojas caídas, atravesando bosques sin tener una brújula, y como festín… comiendo de la basura. Gente que abandonó sus familias, sus tierras, sus hogares porque el gobierno no fue capaz de asumir y lidiar con un pueblo hambriento de cambios y de libertad, ellos mismos siendo hambrientos de poder. Impacto emocional es solo saber esas realidades, no solo recordar las. No fue ni lo justo, ni legal, pero entre ambas, ¿hasta qué punto valen las circunstancias atenuantes? Muchos lo han conseguido, muchos se han perdido… Y no es que no puedas equivocarte, pero tendría que ser casi prohibido no aprender de tus errores. Pues ver la vida desde este punto de vista no fue exactamente lo que ninguno pensó en su momento. Y en cuanto a mi manera de ver la vida, siempre pensé que esta es un suplicio. Pero pensando en mi manera de escribir, sí que me enfoqué mucho en el personaje principal para poder redactar situaciones y circunstancias dramáticas, y emociones que pongan en valor el concepto de acción-reacción allí donde se pierde totalmente el norte, y todo parece ya del otro mundo.

A lo largo de tu vida has vivido en diferentes países. ¿Crees que esa experiencia ha cambiado tu forma de entender el arte y el papel que tiene en la sociedad?

El concepto de «arte» existió dentro de mi corazón mucho antes de viajar a algún sitio. Y cuando hablo de arte, no me refiero solo a los siete clásicos «artes», cuyo entendimiento global era un poco limitado por falta de material educativo. Pero el arte también se ve reflejado en las costumbres del pueblo, en las relaciones entre la gente, en cocinas y las recetas de la abuela, y hay sin número de ejemplos. Viajar sí que me dio la posibilidad de conocer gente de otras culturas, de conocer estos sitios que inspiraron a los grandes escritores, y en donde nacieron los héroes que encantaron nuestras infancias. Pero, por ejemplo, ver el Louvre, el Domo de Firenze, la Torre de Pisa, y todas las maravillas que se han construido durante los siglos, son experiencias maravillosas, pero no cuando no vales mucho como turista y eres un muerto de hambre. Porque dudo mucho que, como sin techo, aprecies a Leonardo da Vinci y no pienses en dónde vas a echar la cabeza por la noche. Nadie lo hará. Más claro no se puede decir. Pero en el mismo punto de vista, conocer de cerca las obras de arte pues es muy revelador y muy emocionante. No queda duda en la diferencia que hay entre ver una foto de un cuadro famoso, por ejemplo, o ver el original, y sentir casi todas las emociones que crearon ese cuento. Lo mismo vale sobre construcciones, calles, museos, esculturas… Y así de sencillo: los que crearon algo, saben respetar y brindar elogio al arte mismo.

Has estudiado Etnología, Historia y Literatura Universal. ¿En qué medida estos estudios te ayudaron a dar forma a los personajes y al contexto de El Arcoíris?

Estudiar y, más bien dicho, leer mucho (en mis tiempos no había tabletas ni textos comprimidos), me di cuenta que todo el autor adapta el tema elegido a los tiempos a los que hace referencia, y crea sus personajes siguiendo unos perfiles humanos y unas conductas que, sean atípicas por la realidad social e histórica a la que hace referencia, sean conformes, pero justo al contexto elegido. Y según el conflicto principal y los secundarios, también se crean personajes principales y secundarios que tendrán cada uno su posición en el desarrollo de la narración. No puedes decir que los tres mosqueteros llevaban zapatillas Adidas cuando salían al combate, ni que Anna Karenina se suicidó tirándose delante de un Lamborghini, que Madame Bovary se suicidó porque perdió sus acciones por haber jugado en el casino, que Hitler bendecía a los que mandaba derechito a la muerte, o que Stalin les daba una botella de vodka a los condenados de por vida que mandaba a Siberia… solo para lidiar con el frío. Bueno, se podría hacer de esa forma, pero eso sería ya un panfleto, comedia, o cualquier otro género literario. Hay que respetar una realidad histórica, social y costumbres de la época. El contexto de El Arcoíris lo elegí yo, como también fue decisión mía de hablar sobre la realidad que le corresponde.

Adrísi Miló, autora de la obra.

Escribir sobre temas tan personales y profundos puede resultar intimidante. ¿Has tenido temor al exponer estas vivencias y reflexiones al público? ¿Cómo lidias con ello?

¿Sentir temor de qué? ¿Por decir verdades? Pues no, no es lo mío. La palabra miedo ya no existe en mi diccionario. Yo he lidiado con la vida, y con eso basta. Pero cuando una persona tiene miedo de expresarse de forma pacífica, sin ofender a nadie, sin poner etiquetas, está claro que vive en un armario bien cerrado… Y no es lo mío. Hagas lo que hagas no puedes gustar a todo el mundo, ni tu cara, ni tu forma de ser, ni tu forma de pensar, de actuar o manifestarte. Tampoco puedes culpar a los que no comparten los mismos valores o principios que tú. Si ni los gemelos son idénticos… Pero el trabajo de uno se tiene que respetar. Que se puede mejorar con crítica constructiva, bienvenido sea. Pero hay que darse cuenta que a veces la gente no te quiere en alto… Pero como era una pregunta personal: yo no tengo que lidiar con nadie. Nadie tiene derecho de juzgarte, o al revés. Cada uno lleva sus propias penas, y en este caso no hay un «al revés». A quien le gusta mi trabajo, fenomenal, me alegro que mis mensajes les llegaron, a quienes no, gracias también. Atentamente, Yo.

En El Arcoíris hablas de una inocencia perdida y de la necesidad de encontrar esperanza. ¿Qué consejos darías a quienes, como tus personajes, luchan para mantenerse en pie en tiempos difíciles?

Los consejos que de verdad importan solo los pueden dar los sabios. Yo solo puedo opinar y sacar conclusiones de lo que aprendí, nada más. Ama la vida de verdad y la vida te lo agradecerá. Por más perdido que te sientas, mientras esa pequeña luz de esperanza existe en ti, esa misma te sacará vivo del aula de los leones hambrientos. Confía en ti y no regales confianza. Sueña, hazte planes y date cuenta qué es lo que de verdad quieres para poder preparar tu camino. Aprende de cada paso que das, sea para adelante o para atrás, y no te rindas. No siempre es tan malo como parece… o como es… ¡Haz que tus esfuerzos valgan la pena! Y no te rindas… y sigue por más difícil que sea… Y alegrate por todo lo que consigues. Y vive tu vida sin hacer daño a nadie, pero haciéndote feliz y sin dar explicaciones, o deber nada a nadie. Hay solo una gran verdad y solo un final, así que… ¡¡lucha por lo que quieres!!

¿Qué papel crees que tiene la literatura en la sanación personal y en la creación de consciencia sobre los problemas que enfrentamos como sociedad?

La literatura es arte, por lo tanto cada escritor puede expresarse de la forma más conveniente que considere para apoyar sus ideas. Por lo tanto su obra no viene a apuntar culpas o a juzgar, sino tiene que ser vista como es: una creación, que tiene un portafolio lingüístico muy amplio para conseguir transmitir uno o varios mensajes, de crear tipologías humanas y de hablar sobre la realidad en todas sus formas. Claro, contando, describiendo, explicando… es mucho mejor que simplemente «dar una noticia», que puede también impactar, pero se olvida con el tiempo. Mientras la literatura ofrece al lector la posibilidad de vivir a través de su historia, de conocer, admirar o poder juzgar en silencio a los que no gustan. O simplemente les ofrece la oportunidad de escaparse de sus propias realidades, o aún mejor, reencontrarse en algún relato o en algún personaje, desahogarse, o simplemente vivir en una realidad que su propia mente había plasmado. De todas formas, las personas necesitan ejemplos para no sentirse solos en sus penas, fueran lo que fueran estas, y se sienten aliviados que no son los únicos que han pasado por lo mismo. Eso es a nivel personal. Pero la sociedad nos incumbe a todos, por lo tanto es más que personal. Lo mejor que se puede hacer a través de la literatura es ejemplificar, describir circunstancias específicas, poner nombre a ciertas acciones, a ciertos conflictos, y acentuar causas y efectos, un antes y un después y no por lo último, crear emociones.

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