- Irene, ¿qué te inspiró a escribir ‘Cuerpos de vidrio’ y cómo surgió la idea principal del poemario?
El origen de este poemario ha evolucionado mucho, por eso, debemos remontarnos a hace cuatro años. El año 2020 en el que todos padecimos el encierro por motivo del coronavirus, yo me encontraba cursando el Máster de Escritura Creativa en Sevilla. El TFM en este máster podía ser una obra de creación. Entonces, mi trabajo comenzó siendo teatro, pero observaba que no me funcionaba como yo quería. Por eso, decidí escribir poesía sobre el tema de los refugiados, de aquellas personas que tienen que abandonarlo todo por motivo de una guerra, porque pasan hambre, porque quieren un futuro mejor. A mí siempre me han interesado las personas que parecen invisibles para los demás. Me ocurre que siempre que alguien vive en la calle o se encuentra solo bebiendo o durmiendo dentro de un escaparate de un banco contemplo la escena y comienzo a pensar acerca de su historia: de dónde viene, qué familia tendrá, qué necesitará… Esto fue el motor para comenzar a escribir.
Sin embargo, esta idea original ha ido evolucionando con el tiempo. Este poemario recibía el nombre de El Cadalso de los Vidrios, pero hasta hace un año no percibí que Cuerpos de vidrio era un nombre mucho más apropiado, puesto que a mí siempre me ha llamado la atención el tema de la corporalidad y de la espiritualidad. Por eso, el poemario ha sufrido varias modificaciones, ha ido consolidándose y purificándose poco a poco. Es un trabajo artesanal el hecho de ser poeta.
Decidí publicar esta obra porque me parecía que no cumplía con su misión, que era interpelar al lector y acercarse hacia un punto de reflexión. Ronald Barthes en El grado cero de la escritura reflexionó acerca de que la literatura está constituida por una pluralidad de sentidos y que el hecho de firmar un texto ya incita a la aceptación de un tipo de escritura basada en una determinada visión ideológica y política. Barthes defiende esa literatura del compromiso, de que el autor tiene que comprometerse con el mundo para cambiarlo. Yo escribo desde esa posición y me parece importante que los lectores puedan apreciarlo a través de la palabra para proyectarlo en el mundo en el que vivimos. Me parece que el poeta es un hacedor, es un insuflador como Dios en el mundo.
- A lo largo de tu carrera, has participado en diversos proyectos teatrales y recitales de poesía. ¿Cómo influye tu experiencia en estas áreas en tu trabajo como escritora?
Dirigir montajes teatrales ha sido para mí un proceso duro y maravilloso al mismo tiempo. Dirigir a un grupo de personas, en mi caso, de adolescentes no es tarea fácil, pues tienes que ganarte su confianza y que ellos deseen depositar su voluntad y entendimiento. En la elaboración de estos procesos, siempre les digo a mis estudiantes que todas las cosas que hacemos no son obligatorias, que tienen la libertad de hacerlo o no, pero deben ser coherentes con ello pues su responsabilidad está en juego. Ellos si quieren que algo salga adelante, tienen que darlo todo, entregar todo lo que son, pues el resultado final estará enriquecido por su intervención.
Empecé a asistir a recitales de poesía durante mi estancia en Sevilla y percibí que la obra poética tiene que ser recibida por alguien, ese es el fin último del arte. Lo mismo le ocurre al teatro, la obra no se encuentra totalmente completa hasta que es visualizada y experimentada por un espectador. Es importante dar a conocer el objeto estético, pues la recepción es un elemento que complementa el culmen de la obra poética o teatral.
Ambas áreas han influido considerablemente. En primer lugar, los recitales de poesía me han ofrecido aprender a recitar y a escuchar a otros hacerlo. Mientras que los montajes teatrales me han ayudado a aprender y a enseñar el poder de las imágenes. El teatro y la poesía tienen mucha semejanza pues ambos crean imágenes, pero de maneras distintas. Esta reflexión me es complementaria para mis labores como escritora.
- ‘Cuerpos de vidrio’ aborda temas como la infancia, la emigración y la búsqueda de identidad. ¿Por qué decidiste centrarte en estos temas y qué mensaje esperas transmitir a tus lectores?
Estos temas me han ayudado a reflexionar y a contemplar el mundo que nos rodea. Desde el momento en que el poemario estaba elaborándose, las noticias que por entonces más se comentaban eran sobre los refugiados, en ese momento recuerdo que el Ayuntamiento de Madrid colgó un cartel que decía: Welcome, Refugees. Esa frase me inspiró para escribir. Empecé a imaginar una masa de gente árabe y con sus pertenencias atravesando la Gran Vía y en dirección hacia el Ayuntamiento. ¿Qué sería lo primero que pensarían esas personas? ¿Quiénes les acogerían? ¿La gente de la calle que contemplara la escena sacaría el móvil para grabar la escena y se quedaría bloqueada viendo el panorama o iría a ayudarles y a invitarles a ir a sus casas? Creo que todo el poemario procede de esa imagen.
Después el proceso de escritura, ha estado enriquecido por fotografías y personas que trabajan con personas refugiadas y que residen en nuestro país. Nunca pude hablar con estas personas debido a la situación del coronavirus, pero visualicé documentales, fotografías, testimonios… Para empaparme de sus experiencias y que nos ayudara a reflexionar acerca del mundo en el que vivimos y que podemos esperar a tener otro mundo posible.
- Sabemos que eres profesora y coordinadora del Bachillerato de Artes Escénicas en el Colegio San Gabriel. ¿Cómo compaginas tu labor docente con tu faceta de escritora?
Es difícil compaginar ambas cosas, puesto que la enseñanza te requiere no solo trabajo dentro del aula también fuera de ella. Por eso, es importante organizarse y establecer horarios. Intento emplear mi tiempo libre en elaborar poemas, leer e imaginar cosas que puedo hacer con la poesía y el teatro dentro del aula. Soy cristiana y confieso que durante mis horas de oración, Dios suele inspirarme poderosas palabras. Es cierto que el ambiente que hay dentro de un colegio es inspirador, pero necesitamos más espacios para la escucha y para la escritura.
- ¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota o desafío particular que hayas enfrentado mientras escribías ‘Cuerpos de vidrio’?
Cuerpos de vidrio ha pasado por las manos de muchas personas que me aprecian. Suelo darle mis poemas a mi hermana, Raquel. Recuerdo entregarle los primeros poemas y ella me dijo que no había estudiado Literatura y que no podía ayudarme. Yo le dije que necesitaba a una persona que no fuera un crítico literario, sino que fuera una persona cotidiana y que me diera su opinión. Ella sonrió y comenzó a ayudarme, a trasmitirme sus impresiones. Además, se lo di a leer a mi novio, Andrés, que como buen filósofo lo valoró desde una perspectiva metafísica. ¡Maravilloso!
- ¿Cuál es tu proceso creativo a la hora de escribir poesía? ¿Tienes algún ritual o hábito que te ayude a concentrarte e inspirarte?
Mi proceso creativo no es nada particular, normalmente, se me ocurren ideas e imágenes sin previo aviso. Siempre tengo que dejarlas por escrito para no olvidarlas, sin embargo, a pesar de tenerlas no suelo recordarlas del todo.
Es verdad que en aquellos momentos en los que estoy en silencio dentro de la iglesia donde el cuerpo de Cristo descansa, se me suelen ocurrir buenas ideas, incluso, llego a desarrollarlas. Es importante destacar mi inspiración divina y el poder del divino silencio.
- En tu opinión, ¿qué tan difícil es vivir del arte en la actualidad y cuáles son los mayores retos que enfrentas como escritora joven en España?
Vivir del arte en mitad de un mundo sepultado y maltratado por el exceso de actividad, por el dinero, los trabajos precarios, la inestabilidad emocional y la ausencia de oportunidades en los jóvenes impide que cualquiera se apoye en este proyecto, sino hay alguien que pueda ayudarte a mantenerte económicamente.
Hoy en día el mayor reto es tener esperanza, es poseer fortaleza frente a un sistema que te inunda, que te empapa de ideas y necesidades que en realidad ni deseas ni necesitas. Antes de publicar en la editorial Círculo Rojo, consulté otras editoriales y es muy fácil que puedan estafarte. No hay apenas información fiable acerca de estos procesos y, como jóvenes, necesitamos referentes que nos guíen y nos acompañen. La sabiduría que tienen los más mayores es un regalo, es un aliento de esperanza.
Recuerdo tratar con una buena amiga mía, Carmen Calleja, que le comenté que había enviado el poemario a varios concursos durante un año. Le dije que no sabía si pagar por la autopublicación y que no me imaginaba a Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura y uno de mis poetas favoritos, pagando por publicar su obra. Entonces, ella me dijo que quizás sí habría que hacerlo de ese modo, y añadió: por qué no era posible que él hubiera invertido en su propia obra. Entonces, eso fue mi motor para sacar adelante Cuerpos de vidrio.
Otro de los mayores retos es que haya lectores, personas que quieran leer y, en este caso, lean poesía. Recuerdo leer bastante tarde poesía, tenía cierto prejuicio de que yo no podía entender eso, que lo apreciaba, pero que no estaba hecho a mi medida. Sin ninguna duda, ese pensamiento me arruinaba poder disfrutar de la poesía. Menos mal que esto cambió a partir de mi grado en Literatura General y Comparada. Gracias a un profesor, Francisco Ávila, fue él el que me mostró la hermosura del primer poema del que me enamoré. Este poema fue La luna es una ausencia de Vicente Aleixandre, siendo este uno de mis poetas favoritos. Por eso, la educación me da esperanza, porque es difícil ser un buen profesor, un maestro que influya en la vida de sus estudiantes. Por eso, quiero llegar a serlo y espero que el tiempo me ayude a perfeccionarme.
- Finalmente, ¿qué consejo le darías a alguien que está comenzando su carrera en el mundo de la escritura y sueña con publicar su propio libro?
Mi consejo sería que escribiera cada día todo lo que pudiera, que leyera mucho pues son tantas las cosas sobre las que ya se han escrito, sin embargo, la literatura es una reescritura constante de nuestra realidad y cada poeta aporta una voz distinta, un matiz diferente sobre aquello que le rodea. Por último, que tenga paciencia y tiempo, siendo dos cosas difíciles de gestionar hoy en día, pero que a la larga le ofrecerá grandes beneficios.