—“El destino de la jauría” es una fábula que aborda temas tan actuales como la polarización y la irracionalidad en los debates. ¿Qué te inspiró a utilizar a los lobos para reflejar estas problemáticas humanas?
La fábula con animales es un recurso empleado desde tiempos inmemoriales para educar a los niños en la moral de la época. Un problema tan polémico como la disputa polarizada de ignorantes extremistas, de uno y otro bando, se prestaba a abordar el tema con la precaución necesaria para que unos y otros escuchasen y fueran conscientes del grave error que supone discutir con violencia y odio hacia el contrario. Necesitaba, por tanto, acudir a las fabula como medio para provocar el distanciamiento necesario.
—Has mencionado que esta novela introduce conceptos como el efecto Dunning-Kruger y la ley de Brandolini. ¿Cómo los incorporas en la trama y cómo esperas que impacten al lector?
Precisamente, la ley de Brandolini habla de como una frase breve, contundente, el llamado “zasca”, a menudo parcial e injusto, destaca mucho más que una opinión razonada y moderada. Era una dificultad por abordar. Para llegar a la gente debía conseguir que el lector asumiera este fenómeno sin referirme directamente a él. A través de los personajes y del diálogo entre animales muestro cómo la ignorancia de unos lobos se enfrentan a la sabiduría y a la duda razonable de otros, y a través de este ejemplo intento que el lector pueda palpar lo absurdo que es usar estos métodos de intolerancia para encontrar soluciones.
—Con una trayectoria tan amplia como la tuya, que incluye premios en narrativa y dramaturgia, ¿cómo has evolucionado como escritor a la hora de construir personajes y relaciones en tus historias?
La dramaturgia, es decir, el teatro, tanto cuando me he subido a un escenario para interpretar como cuando he dirigido, o cuando posteriormente cuando he escrito mis propios obras, en todas esas facetas la disciplina teatral es una escuela de aprendizaje. A lo largo de mi trayectoria como director, actor y escritor de obras teatrales me he enfrentado a los conflictos a través del diálogo. Eso me ha dado un bagaje que ha evolucionado con el tiempo y se ha ido enriqueciendo con la práctica. La práctica como narrador y como dialoguista es fundamental para que tu calidad como escritor mejore. Nulla dies sine línea, que reza el famoso adagio.
—El marketing es algo que, según comentas, no siempre se te ha dado bien. ¿Qué aprendizajes has sacado de intentar promover tus libros en la era digital y qué consejos darías a autores que también luchan por hacerse visibles?
El resultado es negativo. Los esfuerzos publicitarios, por trabajados que estén, necesitan la intervención o al menos la supervisión de un profesional. Tú puedes llegar hasta cierto punto en tu labor de marketing, pero un profesional es imprescindible. Lo que pasa es que los profesionales son caros y no es seguro que den un resultado óptimo. Mi experiencia es que puedes vender tu libro a familiares y amigos, pero no es seguro que te vayan a leer. Hay demasiados libros en el mercado. Tenemos un mercado saturado de ofertas y la demanda no es tan amplia. El consejo que puedo dar a los autores es que escriban para sí mismos y se conformen con hacer un buen trabajo. Que progresen y escriban lo mejor que puedan. Más no se puede conseguir.
—En tu novela exploras decisiones fundamentales como «¿huir o atacar?» y las consecuencias de ambas. ¿Cómo crees que este dilema conecta con el lector actual y las tensiones que vivimos como sociedad?
En efecto, la novela plantea dos soluciones posibles: o enfrentarse a los problemas e insistir sin renunciar ni desfallecer (“el que resiste, gana”, según las teorías más populares) y la otra opción es renunciar, opción que siempre ha sido mal vista, signo de debilidad, de cobardía. Pero en la novela se plantea un caso muy especial que infunde dudas acerca de ambas decisiones. Porque, ¿no será un error seguir luchando en batallas perdidas? ¿No será un acierto aceptar tu destino, renunciando lo que no puede ser? Se pretende que el lector acepte que los tópicos pueden ser puestos en duda y la novela presenta un ejemplo donde huir es mejor que atacar, es decir, renunciar es mejor que insistir cuando el caso es imposible. Se pretende que el lector juzgue cada caso en particular y sea más racional y menos fanático de una sola idea. En esto y en otros casos.
—Además de escritor, eres profesor de literatura creativa. ¿Qué aspectos de enseñar narrativa han enriquecido tu propia escritura y qué errores comunes encuentras en escritores noveles?
Hay un concepto clásico que dice que lo que das siempre vuelve y lo que no das se pierde. El dicho viene a cuento, porque es cierto que ser profesor te obliga a ponerte al día en técnicas narrativas para poder transmitir dichos conceptos y eso te enriquece. Vuelve a ti lo que das, porque para dar te obligas a estudiar para transmitir, mientras que si no tienes ocasión de dar no encuentras el incentivo para ponerte a trabajar. En mi web “Blog literario lluvia en el mar” pretendo reflexionar sobre técnicas narrativas. Ahora no hay un espacio físico para mí, donde pueda desarrollar mi tarea como profesor en la actualidad y me desquito con mi página web para seguir aportando a quien quiera leerme y principalmente a mí mismo, porque al escribir refresco y matizo algunos aspectos de dichas técnicas.
El defecto que encuentro hoy día son aquellos escritores que no dedican demasiado tiempo a trabajar sus obras. Publican demasiado pronto y con errores de todo tipo con tal de lanzarse “al estrellato”. Y se estrellan, claro. Y otro de los errores es considerar el arte narrativo como un entretenimiento y no como una tarea, como un trabajo, algo que supone esfuerzo y dedicación. De esos dos males derivan los otros, e innumerables en muchos casos. También del hecho de que no hemos cultivado el arte de pensar. Toda novela es un pulso que se le echa al lector, no solo a la hora de transmitir argumentos, sino a la hora de enriquecer una idea. Para transmitir una idea hay que enriquecerla con todos los matices posibles, tienes que haber pensado en esos matices y contrastarlos en ese diálogo interno que uno tiene consigo mismo, antes de plasmarlos en el papel. Ser personas cada vez más inteligentes es fundamental para ser cada vez mejores escritores. Una cosa no es ajena a la otra. Son cuestiones inseparables.
—Tu blog literario es un espacio donde analizas novelas, guiones y hasta relaciones humanas. ¿Qué temas sientes que más enganchan a tus lectores y qué te ha sorprendido al escribir para esta plataforma?
El motivo por el que analizo relaciones humanas y psicológicas es porque dichos análisis son fundamentales para crear personajes. Y… respecto a lo que engancha… me lo esperaba, sí. Tengo un contador de visitas y allí se refleja el mayor o menor interés que pueda tener el lector en lo que escribo. Cuando el título se acerca a lo que la gente entiende como un artículo de autoayuda y superación, las visitas se disparan. También se disparan cuando abordo temas de actualidad, aunque siempre lo hago bajo la premisa de que ese tema encierra cuestiones humanas y matices que me interesa analizar desde el punto de vista psicológico. Pero está claro que el tema político, por ejemplo, interesa más que cualquier otro. También interesan títulos que le hacen pensar al lector que va a encontrar “fórmulas mágicas” para solucionar “problemas”, principalmente literarios. Son artículos de mi sección donde analizo figuras literarias de la narrativa. Las visitas dependen del título. De todos modos, no era ninguna sorpresa para mí porque el lector digital se mueve a golpe de clickbait y de impulsos, buscando la brevedad y el entretenimiento y es lógico que los artículos que más se aproximan a satisfacer esa necesidad de distracción y de brevedad sean los más populares. De cualquier modo, mi web intenta que los análisis sean más serios y que no satisfagan una simple curiosidad.
—Para finalizar, ¿qué retos has enfrentado al autopublicar en plataformas como Amazon? ¿Qué consejo darías a otros escritores que están considerando este camino?
La plataforma digital por excelencia es Amazon y la autopublicación en ella tiene muchas ventajas con respecto a la publicación tradicional. Son conocidas por aquellos que la utilizan: evitas compartir ganancias con editoriales, que al fin y al cabo son empresas y sólo quieren tu dinero y, sobre todo, puedes disponer de tu novela sin someterte a un contrato ni a una limitación en la temporalidad. En cualquier momento puedes hacer una campaña de un libro, aunque se haya publicado hace muchos años. E incluso la plataforma te permite subir nuevas versiones de tu novela, si no estás contento con ella. Incluso puedes eliminarla de la plataforma sin coste alguno. Todos son ventajas, pero también inconvenientes porque cierras las puertas a poder presentarla a algún concurso literario y adquirir el prestigio que te puede dar ganarlo. Hay ventajas e inconvenientes. Mi consejo es que selecciones los textos que vas a vender en Amazon y aquellos destinados a otra editorial convencional o a ser enviada a concursos. Es una valoración que tienes que hacer y cada novela pide ser publicada de una forma diferente. Sería muy largo de explicar y habría que matizar que características deben tener las novelas para Amazon, para concursos o para publicación en editoriales pero, en líneas generales, ese sería más o menos mi consejo.