¿Cómo describirías tu proceso de escritura?
En primer lugar, debo decir que soy alguien muy analógico. Me gusta ir con mi libreta y anotar palabras y momentos para luego revisarlos. Pocas veces me salen versos de manera fluida, es improbable. El arte de la escritura existe desde hace miles de años y no lo concibo delante de un ordenador o través de las notas del teléfono. Me gusta tocar el papel, oler la tinta, tachar, recuperar etc. Mi abuelo decía que yo era un alma vieja, como si hubiera nacido en otra época.
Pienso que más allá del proceso de escribir, es fundamental el proceso de reescribir. Soy alguien muy exigente con mis poemas y los repaso una y mil veces y siempre sale una idea, una palabra diferente que lo mejora. Aún así intento no perder la idea original, lo que es primitivo porqué lo natural es desinteresado y suele contar la verdad.
¿Cuál es tu lugar ideal para escribir?
Que la inspiración viene cuando viene no es un tópico para mí, es la realidad. Cuando me siento un día en casa y pienso que tengo que escribir porque hace días que no lo hago, no me sale nada. Sin embargo, cualquier día a cualquier hora, hay algo que se me despierta y tengo que plasmarlo porque si me olvido, aunque luego lo recuerde, nunca me sale igual.
Más que el sitio, creo que lo fundamental es el dónde y a menudo, con quién. A veces llego a casa después de quedar con una amiga y escupo un torbellino de ideas.
En ese sentido coincido con Sylvia Plath, una de mis escritoras favoritas. Ella sostenía que las personas y las conversaciones que tenía son materia prima para la escritura. Las interacciones, los sentimientos que flotan ante esa sinergia y amor que tienes con otra persona, es un vendaval de emociones y un almacén de versos.
¿Podrías recomendarnos una canción que te inspire o acompañe en tu proceso creativo?
La canción con la que más he escrito es Entre dos aguas de Paco de Lucía. Me la pongo en repetido una y otra vez y no me canso; siempre termino encontrando algún matiz. Le admiro mucho como artista. Cuando entra en conexión con la guitarra, como si fuera una extensión de su cuerpo y de él mismo, como se entregaba pareciendo que la guitarra lo dominaba a él y no al revés me parece de genio absoluto.
Aun así, como grandes referentes, nombraría a Marea. Los descubrí cuando tenía 15 años en un momento complejo y me agarré a ellos a la vez que me agarré a la literatura, que es al final, la misma cosa. Las letras de Marea me parecen algo extraordinario. Más allá de si te gusta o no el rock como género musical, la complejidad de sus letras, el trabajo que hay detrás de la composición me parece bárbaro. Es el grupo de mi vida, sin duda, ídolos y referentes.
¿Qué libro consideras que te ha marcado más como escritor?
Siempre digo que soy muy mal lector. Leo a los clásicos de poesía y prácticamente nunca leo otros géneros. Aun así, si tengo que elegir, elegiría un par: La casa de Bernarda Alba de Lorca y Diarios Completos de Sylvia Plath.
El primero, es para mí, el libro que más me ha roto. Es el único libro con el que he llorado a las cinco de la tarde en u una terraza mientras tomaba un café, ante la expectación de la gente.
El segundo me hizo reflexionar sobre el sufrimiento. Plath plasma muy bien los sentimientos más cotidianos y los convierte en extraordinarios. Con una delicadeza personal sin caer en lo tópico, desnuda su alma ante los placeres más sencillos. Detrás de eso se ve a una persona que, por desgracia, fue tremendamente infeliz y no supo cómo superar esa desdicha.
¿Podrías recomendarnos una película que haya influido en tu escritura?
American History X, mi película favorita. La vi cuando era jovencito y me impactó muchísimo. Con el tiempo, un poco como con Entre dos aguas, voy descubriendo más cosas porqué con la edad eres consciente de como funciona el mundo y eres capaz de darle otra dimensión. Sin ánimo de hacer spoiler hay una escena donde el protagonista Derek (Edward Norton) sale de la ducha y se mira al espejo, tocándose el pecho. Para mí esa es la escena de la película, la más importante, porque es donde él experimenta la caída del propio yo, del ego.
Es la representación empírica de como de manipulados podemos llegar a ser ante una situación de máxima vulnerabilidad, donde cualquiera que te eche una mano, te va a parecer la mejor opción. Ahí radica el verdadero problema de los radicalismos y de como influyen en situaciones desesperadas tanto a ti como a tu entorno.
Para mí, es un título imprescindible.
Si pudieras entrevistar a un personaje histórico, ¿a quién elegirías?
Es una pregunta muy difícil, porqué hay tanta gente interesante con la que me gustaría charlar; Alejandra Pizarnik, Evelyn Hooker, Meryl Streep, Friedrich Schiller, Abraham Lincoln… pero creo que por el amor incondicional que le tengo, creo que entrevistaría a Lorca.
¿Cuál es tu estación del año favorita y por qué?
El verano y concretamente, las noches de verano. El frío me apaga y suelo sucumbir a la llamada ansiedad estacional. Cuando es invierno estoy más triste, con mucha menos chispa. Como buen mediterráneo, necesito el sol, la playa, tostarme hasta sudar para luego entregarme al mar. El día parece que no se termina, que es más eterno que efímero y que todavía tenemos tiempo de hacer planes.
¿Cuál es tu comida favorita?
Una buena paella.
Como anécdota debo decirte que llevo días pensando en la paella que comeré dentro de un par de semanas para celebrar mi cumpleaños en un restaurante de la Costa Brava. No he sido un gran viajero, pero si es cierto que prácticamente en todos los lugares en los que he estado, trato de pedir arroz o un plato con arroz en todas sus variantes. Debo decir que el mejor arroz que he probado fue en Trinidad (Cuba)
¿Y tú bebida favorita?
Soy un falso cafetero porqué me lo tomo siempre con mucha leche y mucho azúcar y un verdadero amante del café se lo toma solo, para poder apreciar bien el sabor y el aroma. No suelo beber alcohol, muy de vez en cuando, pero soy más de vino que de cerveza.
¿Cuál es tu mayor miedo?
La muerte de mis seres queridos. Es algo que estoy tratando para revertir e intentar tener un pensamiento más positivo y procurar no ponerme siempre en lo peor. Pero si, tengo un pánico absoluto a la pérdida, al abandono sumados a la reticencia que tengo en general a dejar ir.
¿Podrías compartir con nosotros cuál es tu plan perfecto?
Un atardecer de verano en la playa, con mis cuatro mejores amigas, escuchando reggae, como si no hubiera un mañana.Son cuatro mujeres infinitamente distintas entre ellas y cuando están las cuatro, me siento a salvo, poderoso y por encima de todo, querido. Se crean unas confluencias tan brutales, que intento callarme para ser un espectador privilegiado.
¿Cuál es tu mayor virtud?
Mi sensibilidad y como la hago extensiva al trato con las demás a través de las palabras. La frase de “hechos no palabras” es exactamente lo contrario a mi pensamiento. Creo que, las palabras son una fuente de conocimiento, de lucha, de cuidados; pueden curar o hacer mucho daño, depende de como las emplees.
En ese sentido creo que envuelvo bien el amor que tengo a mi gente y se lo trasmito prácticamente a diario, de una forma u otra. Cuando murió mi abuela, siempre he pensado que se me quedaron muchos te quieros en la garganta para decírselos. Cuando fui mayor y fui consciente de eso, me dije a mi mismo que nunca más me los guardaría.
¿Y cuál es tu mayor defecto?
La complacencia. Es genial y esta muy bien, ser educado, atento, detallista etc. pero en exceso puede ser peligroso porque creamos patrones que luego es complicado revertir. La complacencia radical, no es sino sumisión y la sumisión con defender el derecho de poder ser uno mismo no casa muy bien. Sin quererlo se generan unas dinámicas que mal gestionadas, pueden no ser sanas del todo. Creo que es una sensación que interpela a mucha gente porque en general, tendimos a recibir mal un no, o un cambio de planes o una llamada que se pospone.
Creo que hace falta muchísima educación emocional y psicológica, mucha exploración de las carencias y virtudes que tenemos como individuos, así como la interiorización de herramientas para una buena gestión.
En mi caso concreto, estoy intentando dominar esa tendencia que tengo a complacer a las demás, a veces sin que lo pidan y a menudo, como condición sine qua non para relacionarme.
¿Qué consejos le darías a alguien que está comenzando a escribir?
Por encima de todo uno; no pares, no te detengas ante nada. Sal y cuéntale al mundo lo que sientes, lo que sueñas, lo que vives, porque todas las historias son dignas de ser contadas incluso las tuyas; puede ser que en este momento te parezcan irreverentes, pero en un futuro probablemente tengan sentido.
¿Tienes algún proyecto literario en mente en este momento?
Ahora estoy preparando el que será mi quinto libro. Depende de muchos factores, pero creo que a finales del primer trimestre de 2024 estará listo.
Este nuevo trabajo que está en camino trae algunas novedades que todavía no puedo desvelar, pero lo que sí puedo contar, es que es quizá el más íntimo que he escrito. Hace poco, en una conferencia que hablaba de las mujeres en la industria musical pregunté a la compositora y pianista Clara Peya si ella escribe más cuando está mal y me dijo que si, sin dudarlo. Es algo que comparto absolutamente con ella. En general los artistas brillamos en el desamor, en el dolor, la decepción etc. Creo que cuando vivimos épocas o momentos buenos, nos centramos en vivirlos y cuando son malos o menos buenos, tenemos que sacarlo de algún modo.
He pasado un último año de cambios complejos a todos los niveles, con muchos instantes complicados y con reflexiones que, en esos momentos, se dibujaban en forma de lágrimas.
He vuelto en muchos sentidos, a la casilla de salida y he indagado dentro de mí que es lo que me llevaba a sentir lo que sentía y también, como lo encaré. Ahora ya digeridas y masticadas, es el momento de compartirlas.