- “Polvo de estrellas, el tiempo que me da la metástasis” es una historia real. En la trama se abordan temas como el enamoramiento después de la pérdida y cómo manejar las preguntas de León. ¿Cómo fue el proceso de abordar estos temas tan personales y sensibles en la narrativa?
Para empezar, pienso que habría que destacar que Polvo de estrellas, el tiempo que me da la metástasis es una biografía de dos personas y dos procesos, diferentes y sucesivos; el final de la vida, escrito por Olga, y el duelo tras la pérdida, que es mi parte. Todo ello desde nuestra experiencia y perspectivas personales, la de una pareja joven de 33 y 32 años, con un hijo menor de 5 años (León).
Olga antes de morir dejó unas cartas para continuar acompañándome tras su muerte, y, junto a ellas, el boceto de lo que hoy es la portada del libro y el título. Además, dejó un prólogo y una dedicatoria. La idea de Olga era que se publicara de algún modo. Ella dio visibilidad a su cáncer de mama triple negativo y me dijo que, si quería, yo podría hacer lo mismo con el duelo.
Nunca supe lo que estaba preparando hasta 20 minutos después de su muerte, cuando abrí la primera carta (Cuando llegue el adiós) y empecé a indagar en el archivo Polvo de estrellas.
Fuimos muy abiertos a la hora de expresar emociones e indagar en temas profundos. Para nosotros la comunicación siempre fue el medio para alcanzar una relación sana. En el libro tratamos temas muy complejos, en algunos estamos completamente de acuerdo y en otros discrepamos bastante, pero acabamos con una sonrisa. Cuando siempre te has expresado libremente, desde el respeto y la empatía con tu pareja, no hay ningún problema en abordar temas personales, aunque sea por escrito y ella haya muerto.
Reconozco que abrirte en un libro que vayan a leer conocidos y desconocidos puede ser algo más complicado, pero nosotros siempre nos hemos expresado sin tapujos y dejando claro que es nuestra experiencia personal.
Polvo de estrellas está a disposición de todo el mundo porque tanto Olga con el cáncer, como yo con mi proceso, buscamos ejemplos y experiencias de personas que hubieran pasado por nuestras situaciones. Queríamos encontrar ejemplos reales y sin edulcorar, para saber más o menos lo que nos esperaba. Nos costo bastante encontrar casos similares y que hablaran claros. Por ello Olga creó su cuenta de Instagram (@crónicas_triple_negartivo) y yo impulso el libro junto a las charlas, para cubrir esa demanda de información con nuestro testimonio. No podíamos crear un recurso para que la gente tuviese nuestro ejemplo, sin mostrar las cosas tal y como fueron.
- Las cartas de Olga sirven como instrucciones de vida. ¿Cómo decidiste estructurar la historia a través de este formato epistolar y qué desafíos enfrentaste al adoptar esta técnica?
Más que instrucciones o directrices, son consejos y reflexiones sobre cómo afrontamos las situaciones en el pasado, juntos, y como el aprendizaje que extrajimos de ellas me pueden ayudar ahora. Con las cartas, Olga ha conseguido seguir apoyándome, aunque ya no este aquí.
El proceso de crear esa conversación nació solo y de una manera completamente natural. Conforme yo leía las cartas le iba contestando en voz alta, mirando a objetos o espacios vacíos como si ella estuviera ahí.
Con el tiempo pensé que dejar esas respuestas escritas sería una idea genial, para que nuestro hijo pudiera tener la última conversación entre su madre y su padre. Para que vea cómo funcionábamos juntos y cómo resolvíamos nuestros problemas. Cuando murió Olga él acababa de cumplir 4 años y los recuerdos en esa etapa madurativa son muy inestables. Al finalizar esa primera lectura de todas las cartas, recordé lo que dijo ella “podrías publicarlo” y pensé que sería de gran ayuda para la gente que estuviera pasando por nuestras situaciones y para dar visibilidad al CMTN, la muerte, el duelo y las familias con un solo progenitor.
Creo que es un formato que acerca mucho al lector con la historia. Mucha gente dice que gracias al estilo que utilizamos, directo y coloquial, es como leer con nosotros dos al lado. Para mí es increíble haber logrado esos resultados, porque gracias a ellos lo que conseguimos es empatizar con el lector y eso es algo fundamental para dejar huella con nuestro relato.
Es cierto que este estilo, que se asemeja más a un guion que a una novela, es algo más complicado de afrontar que otros formatos, ya que tienes que introducir explicaciones que el interlocutor original ya sabe, pero el lector no y debes hacerlo de forma muy sutil para envolver y enlazar sin que resulte redundante. En algunos momentos era tan complicado o sentía que era tan forzado que se lo comunicaba al lector directamente (“Hola, te voy a comentar una cosa, para que te sitúes…”) De hecho, ese era mi mayor temor y por ello más de 20 personas participaron en 3 grupos de lectores 0 o grupos beta. Necesitaba que los conceptos quedaran claros, para todas las personas que eran ajenas a nuestra historia.
Aunque reconozco que el mayor reto a la hora de escribir, Polvo de estrellas, fueron los saltos temporales, que se viven en varios capítulos. Porque son dos perspectivas completamente contradictorias y a la vez son evoluciones naturales. Explicar esos cambios fue una gran labor de introspección y comunicación.
- La pregunta central de la historia es poderosa: “¿Qué harías si supieras que te quedan meses de vida?”. ¿Cómo abordaste personalmente esta pregunta mientras desarrollabas la obra y cómo impactó en tu perspectiva de la vida?
Creo que antes de responder a la pregunta hay que recordar que Polvo de estrellas, el tiempo que me da la metástasis es una biografía, escrita por dos personas y que una de sus integrantes se encontraba en sus últimos meses de vida. Por lo tanto, no abordamos la pregunta mientras desarrollamos la obra, lo hicimos antes, y cuando impactó no lo hizo en nuestra perspectiva de la vida, si no en la de la muerte.
Cuando fuimos plenamente conscientes de que a Olga le quedaba poco tiempo de vida, nos pusimos a trabajar para que sus últimos meses fueran tal y como fue su vida, feliz y con una sonrisa. Fue un trabajo muy intenso, en el que, por supuesto, hubo muchos altibajos.
El estado físico de Olga no era el mejor, por lo que no pudimos movernos mucho, aunque algún viaje nos hicimos. Lo que síhicimos fue disfrutar de cada segundo que pasamos juntos y, de ese modo, los convertimos en años. Hicimos muchas cosas y Olga dejo muchos recursos para cuando ella no estuviera, entre ellos Polvo de estrellas, el tiempo que me da la metástasis.
La pregunta “¿Qué harías si supieras que te quedan meses de vida?” esta conectada con dos aspectos fundamentales del texto. El primero, se debe a que todo el libro forma parte del último proyecto que hemos hecho juntos. El segundo, es una gran reflexión que se lanza a los lectores para que piensen como están llevando sus vidas y si creen que podrían enfrentarse a la muerte con una sonrisa.
Para nosotros aceptar la muerte, como algo inevitable e inmediato, fue el primer paso. Una vez llegamos a dicha conclusión elegimos que iríamos hacia ese destino, prefijado y contra nuestra voluntad, con nuestro vehículo de toda la vida, la sonrisa, y que además escogeríamos el camino de la felicidad. Dejamos de lado el destino y nos centramos en lo que podíamos controlar, el viaje. Todo ello lo hicimos con multitud de herramientas emocionales que habíamos desarrollado durante los casi 10 años de relación y, en parte, explicamos en Polvo de estrellas.
- La obra destaca la importancia de ser feliz para morir con una sonrisa eterna ¿Cómo abordaste el tema de la felicidad en medio de la adversidad y cómo crees que esto resuena en la vida real?
En los últimos meses de vida de Olga nos marcamos a fuego la siguiente frase: “Si hemos sido felices durante toda nuestra vida juntos, porque va a ser diferente al final”. Era un concepto que no podíamos evitar, de ningún modo, y nos acompañó durante los cuidados paliativos, la muerte y el duelo.
Disfrutar del tiempo que nos quedaba fue la clave para abordar la situación de una manera que fuera acorde con el resto de nuestra vida. Fue la forma más natural, para nosotros, de enfrentarnos al problema y poder seguir dibujando esa sonrisa de una forma eterna.
No fuimos felices en medio de la adversidad, si no que lo logramos antes y después de ella. Hubiésemos sido ingenuos, si hubiéramos obviado la gravedad o el alcance de todo lo que estaba sucediendo. Vivimos intensamente todo, incluso los malos momentos, y creo que de esa forma fuimos conscientes de lo que pasaba. Lo que nos permitió enfrentarnos a los acontecimientos con resiliencia.
Sé como resuena en la vida real porque, como he dicho mil veces, tenemos un libro autobiográfico en el que explicamos cómo lo hacemos.
- En las cartas, Olga plantea preguntas como “¿Qué hacer cuando te vuelvas a enamorar?” ¿Cómo exploras la idea del amor después de la pérdida y cómo influye en la experiencia de los personajes?
Viviéndola.
Tengo que volver a recalcar que los “personajes” somos personas reales que hemos pasado por todas las situaciones del libro. Todas las experiencias que comentamos en Polvo de estrellas se vivieron y superaron tal y cómo se describen en el texto. En algunas ocasiones, durante la escritura, se añaden saltos temporales para ampliar las vivencias con momentos que sucedieron antes de comenzar el proceso editorial.
En cuanto a la pregunta de “¿Cómo exploras la idea del amor después de la pérdida…” Antes de que muriera Olga hablamos en persona sobre esta situación. En Polvo de estrellas ella deja escritas las conclusiones que extrajo de esa charla y lo que yo dejo plasmado en el libro es mi experiencia cuando acudo por una situación similar. Busco las palabras de Olga, en ese capítulo,tras haber mantenido relaciones sexuales con otras personas, no porque estuviera enamorado. Son dos conceptos completamente diferentes, sin embargo, ese es el capítulo que más se parecía y me ayudo. Es un ejemplo de que podemos adaptar las palabras de todo el texto a cualquier tipo de situación o casos personales.
No creo que vuelva a sentir el amor de una forma similar a la vivida con Olga. No puedo repetir todas las experiencias que viví en el pasado con otra persona, las circunstancias no serán las mismas y los protagonistas tampoco. No se puede replicar ese amor. Estoy bastante contento por poder vivir situaciones nuevas y ver qué me depara el futuro.
El amor es una emoción muy compleja. Para cada persona es completamente diferente, tiene muchos matices y está muy coaccionado por experiencias pasadas. Todo esto hace que cada relación tenga su propio significado del amor, creado gracias a la idiosincrasia de los individuos o individuo que lo procesan.
- Polvo de estrellas, el tiempo que me da la metástasis es una historia que evoca emociones intensas. ¿Qué esperas que los lectores sientan al sumergirse en la historia?
Como he dicho anteriormente, dimos a conocer nuestra historia para que la gente tuviera una experiencia real de lo que vivimos.
Logramos empatizar con la inmensa mayoría y muchos sienten lo mismo que nosotros vamos describiendo o tienen emociones similares.
Cada cual debe sacar sus propias conclusiones, porque cada uno somos un mundo.