- ¿Qué te llevó a empezar a escribir sobre tus experiencias de viaje y exploración de lugares menos convencionales?
Me rebelo contra ese «pastoreo» del turismo convencional, que pone el foco en la catedral de tal y el museo de cual, dejando todo lo demás a la sombra. Por otra parte, me considero una persona poco social, así que busco mis paraísos «privados» para estar tranquilo.
- En tus libros, como «Historias Mínimas» y «Crónicas Desabrigadas», exploras la España rural y olvidada. ¿Qué te motiva a destacar estos lugares y sus historias?
Sobre todo, salir de las ciudades que se miran constantemente el ombligo. Cualquier lugar, por remoto que sea, tiene su historia que contar. Me repatea esa clase de urbanitas que tratan a los lugareños como si fueran extras de un parque temático, y creen que todo el mundo rural está a su servicio para colmar sus días de merecido asueto. El campo es mucho más que un decorado de selfies, y sus gentes están sin trenes ni médicos porque las ciudades lo acaparan todo. Darles el protagonismo en mis libros es mi manera de concederles una victoria.
- ¿Cómo crees que la soledad y la tranquilidad de los lugares desolados influyen en tu proceso creativo como escritor?
En ese entorno encuentro mi equilibrio, y entonces todo fluye. Si fuera músico, aquí compondría, y si pintara cuadros, pues lo mismo.
- En tus obras mencionas la frustración que sientes al tratar temas relacionados con la Guerra Civil Española. ¿Puedes profundizar en cómo esa frustración ha impactado tu escritura y tus experiencias personales?
En el pasado, y demasiado a menudo, mis escritos sobre el tema se han visto influidos por la cuerda ideológica de las fuentes consultadas. Es muy fácil caer en ello, son como cantos de sirena, sacrificamos el rigor en favor de bailar al son de una melodía que nos gusta. De esta manera, leyendo las noticias de determinados medios, te acomodas en el posicionamiento que ya te viene masticado y pierdes el espíritu crítico. Yo he escrito crónicas de la guerra desde una posición de juez y parte, algo que me avergüenza y me convierte en rehén ideológico, por eso estoy en un proceso constante de pulir este aspecto. Cualquier hecho se ha de explicar tal cual pasó, y que cada uno saque sus propias conclusiones.
- ¿Crees que es importante que la sociedad reflexione sobre los eventos históricos, como la Guerra Civil, incluso después de tanto tiempo?
No voy a decir nada nuevo manifestando que las heridas de la Guerra Civil siguen abiertas y que hablar de cualquier episodio, ni que sea de manera meramente descriptiva y académica, levanta ampollas. Mientras no superemos esto, seguiremos embarrados en trincheras ideológicas.
- ¿Qué papel juega la moto en tu vida y en tu escritura? ¿Cómo influye en tu relación con los lugares que visitas y las historias que cuentas?
Tenemos la suerte de vivir en una sociedad acomodada donde cualquier inconveniente se soluciona con una llamada de teléfono y un número de tarjeta de crédito. La moto es una herramienta para mantener aquella épica expedicionaria de antaño; de acuerdo, ya no se averían como antes, pero los motoristas seguimos padeciendo las inclemencias meteorológicas y el riesgo de hacerse daño ante cualquier caída. En resumen, viajar en moto es volver de manera premeditada y consciente a la austeridad de los viajes de antaño: ligero de equipaje, ingrato y peligroso. Así es como me gusta presentarme en los sitios, sudando, empapado o lleno de polvo. Mi musa literaria permanece indiferente si llego a un pueblo abandonado en un coche perfectamente climatizado, con una camisa impecablemente planchada y los zapatos bien limpios.
- ¿Qué desafíos enfrentas al escribir sobre lugares y temas que pueden ser considerados tabú o controvertidos?
No suelo tener ese dilema. Los hechos, hechos son y no pasa nada si se explican con rigor y honestidad. Otra cosa es que alguien no quiera saber nada de ciertos temas, por muy bien documentados que estén, pero ahí no puedo hacer nada como escritor. Bueno sí, que escoja otro libro.
- ¿Cómo seleccionas los lugares que visitas y describes en tus libros? ¿Hay algún criterio específico que sigas?
No hay criterio a la hora de escoger historias. Están ahí, entre líneas, en cualquier noticia de los medios, comentadas a la oreja por un amigo o pilladas al vuelo mientras surfeas las redes. Otras veces te encuentras la historia a pie de carretera, sin esperarlo. No todas las historias llegan a desarrollarse, en todo caso eso es lo de menos, lo importante es ser curioso, ver unas ruinas allí a lo lejos y preguntarte el por qué se abandonaron.
- ¿Cuál es tu proceso de investigación para recopilar las historias y los detalles que luego incluyes en tus obras?
Sea cual sea la historia, lo importante es que estén bien motivadas y sean honestas. Huyo despavorido del «cuenta la leyenda que» y del «según dicen». Tampoco me gustan las historias sobre lo desconocido, leyendas, OVNIS y teorías paralelas del universo. Soy una persona que pisa con los dos pies en el suelo, y si la ciencia no puede explicar lo que me cuentan, no escribo sobre ello. Bastantes conspiranoicos tenemos ya en nuestra vida.
- ¿Qué consejo le darías a aquellos que desean explorar y escribir sobre lugares menos conocidos y experiencias únicas?
Que no entren en sitios donde hay carteles de prohibido pasar, y que si hablan de o con personas, no conviertan su vida en una película. Que no entren en un hospital abandonado y, poniéndose la linterna bajo la barbilla, digan con voz afectada «aquí murió mazo de gente, tíos». Los que sobreactúan para conseguir casito no juegan en mi liga.
- ¿Cómo defines el concepto de «romanticismo» en relación con la moto y tu pasión por los viajes?
Mientras no me canse de la moto, esta es mi manera de sacar el máximo partido a cualquier viaje, no tener chapa y ventanillas a tu alrededor que interfieran en tu interacción con el entorno. No solo ves mejor, sino que hueles los paisajes. Molestas menos cuando llegas y te vas cuando quieres. La moto es libertad, escribir nuestras propias normas sin pisar las de los demás. Todo esto, dicho desde el respeto y la modestia, no soy abanderado de nada ni desprecio las demás opciones, me limito a seguir mi camino.
- ¿Qué mensaje esperas transmitir a tus lectores a través de tus libros y crónicas de viaje?
Que nadie marca un estándar de los kilómetros que tienes que hacer para hacer un viaje maravilloso, y que, en más ocasiones de las que uno cree, los destinos más sorprendentes no están en las guías turísticas.